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Confiando en tus Palabras

  • Foto del escritor: Rev. Juan M. Hernandez Rivera MG
    Rev. Juan M. Hernandez Rivera MG
  • 8 feb
  • 3 Min. de lectura

Isaias: 6,1-2a.3-8, Salmo 137: 1-2a. 2bc,3-4,5-7,7c-8.

1Corintios 15: 1-11, Lucas 5:1-11

Saludos en Cristo Misionero del Padre. El día de hoy quiero compartir una pequeña homilía acerca de las lecturas de este quinto domingo del tiempo ordinario. El día de hoy leímos y escuchamos la primera lectura del Profeta Isaías, donde el profeta está teniendo una visión, que lo deja impactado, sin embargo, entre el temor de lo que está viendo, hace un acto de valor y decide ponerse al servicio del Señor ante la petición que Dios hace. Después tenemos en la segunda lectura, la narración que tiene San Pablo a la iglesia de Corintio, donde les recuerda que él ha proclamado el Evangelio sin descanso y que, a pesar de ser el último en ser llamado, su servicio al Evangelio ha sido constante. Por eso hace la invitación a la iglesia de Corintio que no importa quien proclame el Evangelio, lo importante es la gracia abundante que Dios da a cada uno para seguir creyendo en aquello que nos ha sido predicado.  


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Y después tenemos el Evangelio de San Lucas, en el cual nos describe la escena en el trabajo diario que hacían los discípulos, es decir la Pesca. El evangelista nos narra que los discípulos han trabajado toda la noche y que ha sido nulo su esfuerzo. Sin embargo, a los últimos momentos del trabajo el encuentro con Jesús los invita a hacer el último esfuerzo, entonces es que encuentran la pesca esperada, la pesca es tanta que necesitan ayuda de los demás. Finalmente, el Evangelio nos termina diciendo la interacción que tiene Jesús y Pedro. Pero también la nueva misión que Jesús le da a Pedro, ya no solo un hombre con un oficio de pescador ahora un pescador de Hombres.

Mientras leía y meditaba las lecturas de este Domingo, pensaba en que muchas veces en nuestras actividades diarias, trabajo, escuela, actividades de casa etc. Nos hace olvidarnos un poco de la compañía de Jesús en nuestro trabajo diario. El ejemplo de hoy es Pedro y los discípulos, ellos han trabajado toda la noche han tenido una jornada larga y agotadora. Seguramente se acercaban a la orilla, tristes, cansados, estresados y preocupados por no encontrar nada a pesar del esfuerzo realizado. Probablemente nos pasa a nosotros, en nuestras actividades diarias a pesar del esfuerzo duro y leal, parecería que caminamos en tierra estéril. Sin embargo, un momento, un encuentro, una palabra de Jesús nos puede cambiar el sentido de vivir.


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Pedro no se había olvidado de Jesús, recordaba que él era el maestro, pero el cansancio lo había alejado un poco de su maestro. Pero entre todo recuerda que las palabras de Jesús han tenido impacto anteriormente y probablemente las tendrá ahora. Decide Pedro confiar en Jesús nuevamente y deja una frase hermosa “confiando en tus palabras”. Pedro ya no confía en sus fuerzas, su corazón y esfuerzo ya no se encuentra solamente en él, se ha dado cuenta de su pequeñez y de la necesidad que tiene de Jesús y permite que Jesús y su palabra actúen para que el milagro ocurra. Con este pensaba en que nosotros, cuantas veces no hemos experimentado este tipo de situaciones, que, a pesar de nuestro trabajo leal, las cosas no salen como parecen y pensamos que tal vez nosotros somos el problema.


Sin embargo, hoy Jesús nos vuelve a invitar a poner nuestro corazón en su palabra, en que nuestra vida y esfuerzos nos son en vano, para Jesús que conoce nuestros corazones todo esfuerzo es válido. Hoy ante un mundo que busca sentido tal vez poner el corazón nuevamente en Jesús nos llevara a experimentar, la paz y la alegría que se traducirán en actitudes como la bondad, paciencia y la lealtad. No perdamos de vista las palabras de Jesús, que nos acompaña en todo camino y espacio, que confiemos en aquello que nos ha sido anunciado como nos lo dice San Pablo y que tampoco seamos temerosos de proclamar ese Evangelio que tantas personas necesitan.


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Finalmente, los quiero invitar a que no tengamos miedo de formar parte del proyecto de Jesús que es; Verdad, Justica y Amor. No pensemos en nuestros miedos y por el contrario digamos “confiando en tus palabras” podamos dejar que el toque nuestros labios, así como se nos dijo en la primera lectura y podamos seguir trabajando al servicio del Reino de Dios y su Justicia. Les deseo un excelente domingo y que sigamos poniendo nuestro corazón en Jesús, el Misionero del Padre.


 
 
 

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