Hacer algo extraordinario
- Rev. Juan M. Hernandez Rivera MG

- 23 feb
- 3 Min. de lectura
1 Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23, Salmo 102
1 Corintios 15, 45-49, Lucas 6, 27-38
Nuevamente queridos amigos compartiendo una pequeña homilía. El día de hoy hemos escuchado en la primera lectura del profeta Samuel, la historia entre David que un no es Rey y Saúl el rey. Se nos ha contado la forma en que David tuvo al rey Saúl a su merced para poder vencerlo, sin embargo, David elige otra opción, la opción de la misericordia y permite al rey Saúl continuar con vida. Al final del relato escuchamos una gran frase que dice David; “el señor le dará a cada uno su Justicia”. En la segunda lectura escuchamos a San Pablo en la carta a los Corintios, donde nos dice que ahora para cada uno de nosotros nuestra naturaleza humana ha cambiado, ya no solo vivimos de lo terrenal, nuestra creación no es vana y efímera.
Ahora nuestra vida tiene un nuevo sentido, porque hemos recibido la vivificación por el espíritu y esto es porque Jesús nuestro señor al hacerse como uno de nosotros, nos regale el don celestial que viene del cielo, por lo tanto, nuestra vida es más que simplemente lo terrenal. En el Evangelio de hoy, San Lucas nos narra una de las mayores instrucciones que Jesús deja, ya no repite aquello de ojo por ojo o diente por diente, sino que va más allá de lo humano o de lo terrenal que se reduce a la venganza. Hoy Jesús va por una nueva conversión en el corazón que, por lo tanto, será reflejada en la forma en que nos comportamos, vivimos y amamos.

Leyendo y meditando estas lecturas me ponía a pensar en lo difícil que es seguir las instrucciones de Jesús de amar al enemigo, rezar por aquellos que nos odian. Pensaba que es difícil, porque ahora vivimos en un mundo donde regresar mal por mal parece ser lo correcto, donde el conflicto parece ser lo correcto y el espacio para el perdón y la reconciliación queda fuera o que parecer ser pasado de moda. Y es entendible siempre en nuestras vidas hemos conocido personas que nos han dañado, ofendido, humillado, envidiado o golpeado. Estas cosas quedan en nuestro corazón y producen por lo tanto algún dolor, que nos es difícil de sobrellevar. Por tanto, muchas veces queremos venganza o desquite como decimos.
Sin embargo, Jesús hoy nos dice que existe otra alternativa, que siempre queda otra opción antes del desquite. Esta opción es la del Amor, el perdón, la reconciliación y la firmeza de nuestra dignidad. Jesús entiende que el recibir humillaciones es doloroso, pero que responder de la misma manera no llevara ningún lado, solamente a envenenar nuestro propio corazón, entonces nos convertiremos en lo mismo que estamos sufriendo. Por eso Jesús hace la invitación a un reto mayor. La violencia, el rencor, el rezar por aquellos que amamos o que nos caen bien es muy fácil, mucho muy fácil cualquiera lo puede hacer. Pero perdonar, rezar por ellos es lo complicado es el reto de seguir Jesús.

El dar una paso de vida hacia seguir a Jesús, es ir contra corriente, muchas veces nuestros rencores, dolores su pueden aprovechar de nosotros, sin embargo, hoy en el evangelio Jesús nos invita a vivir libres, plenos. El rezar por aquellos que nos odian, perdonar a aquellos que nos ofenden, nos libra de cargar rencores innecesarios y de problemas futuros, nos permite vivir con dignidad y con el corazón libre solo para el amor. Aquellos que nos hacen mal tal vez podríamos aprender y repetir para nosotros lo que David dijo hoy; “Que el Señor le dará a cada uno su justicia” y no olvidar las palabras de Jesús: Hacer el bien sin esperar recompensa, que nuestro trabajo por el bien nunca queda ciego a los ojos de Jesús”.

Finalmente, amigos, los quiero invitar a seguir viviendo al ejemplo de Jesús a no pagar con la moneda del mal que recibimos, que podamos vivir libres del rencor y el resentimiento, pero también confiados en que Jesús nos acompaña en esos dolores y traiciones y que nos enseña que vivir libre de rencor y odio es posible, porque el mismo lo vivió y lo supero. Que sigan teniendo una excelente semana un feliz domingo, saludos en Jesús misionero del Padre.





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