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"Hoy se ha cumplido"

  • Foto del escritor: P. Manuel Hernández Rivera, MG
    P. Manuel Hernández Rivera, MG
  • 26 ene
  • 4 Min. de lectura

III Domingo del Tiempo Ordinario

Ciclo C

Homilía 26 de enero de 2025

Neh 8 2-4. 5-6. 8-10; 1 Cor 12, 12-30; Lc 1, 1-4; 4, 14-21


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Hace tiempo alguien me compartía que tenía sed de Dios, sentía que en su vida hacia falta una relación más profunda con él. Entonces comencé a enviarle oraciones en formato de audio que tienen como centro la lectura de la Palabra de Dios; normalmente se reflexionan tres puntos que ayudan a iluminar la vida. Después de cierto tiempo se sentía confortada, alimentada en la palabra encontraba fuerza.

            Esto es así porque la Palabra de Dios son palabras de vida eterna, capaz de saciar nuestros anhelos más profundos en la medida en que nos disponemos a acogerla. Esta es la experiencia que se hace oración en las palabras del salmista: “La ley del Señor es perfecta en todo y reconforta el alma; hay rectitud y alegría en el corazón; son luz para alumbrar el camino”. 

            En este III domingo del tiempo ordinario o domingo de la Palabra de Dios la Iglesia nos invita a tener una disposición para acogerla pero sobre todo para vivirla.

            Leemos en el libro de Nehemías que Esdras, el sacerdote y escriba, trajo el libro de la ley ante la asamblea. “Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley”. Hombres, mujeres y todos aquellos que tenía uso de razón escuchaban de pie, respondían con un fuerte “Amén” y se postraban para dar gracias al Señor.

            Algunos lloraban; no sabemos si de alegría por escuchar esas palabras de vida eterna que alumbran el camino o de tristeza porque dentro corregían algunas dinámicas en su interior. Lo que sí sabemos es que el Pueblo de Israel, que había sido exiliado de sus tierras y privado de su culto al Señor, escuchaba nuevamente la Palabra de Dios. Las promesas de Dios habían sido cumplidas.

            El pueblo era instruido y comprendía la importancia de tener un día consagrado al Señor porque “celebrar al Señor es nuestra fuerza”.

            El escritor sagrado, inspirado por Dios, pone por escrito la experiencia de fe de toda la comunidad justamente para perpetuar el modo de hablar y obrar de Dios para con su pueblo. Estas palabras son proclamadas en las comunidades de fe porque Dios ha hablado en nuestro lenguaje humano de modo que podamos entrar en comunión con él.


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            Por esta razón, también San Lucas se informó y quiso poner por escrito “las cosas que pasaron […] y tal como los transmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron a la predicación”; el evangelista dedica este escrito a Teófilo y nosotros para que veamos la verdad de lo que se nos ha enseñado.

            San Lucas nos presenta a Jesús participando también del día consagrado a Dios; nos dice que impulsado por el Espíritu entró en la sinagoga como era su costumbre hacerlo los sábados. Ahí leyó el volumen del profeta Isaías pero Jesús da un paso más a la lectura y a la predicación; le dio concreción y cumplimiento: “hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura”.

            Él es la palabra de Dios hecha carne; palabra que mira con misericordia el sufrimiento humano y se encarna en un rostro de buena noticia, liberación, curación y tiempo de gracia de Dios.

            El Señor no solo proclamará la Buena Noticia prometida por Dios a su pueblo sino que la encarnará en cada una de sus acciones. Nos revelará el amor apremiante de Dios por los que sufren y se sentirá enviado hacia ellos de manera urgente ofreciendo un tiempo de gracia para todos.

            Solo cuando experimentamos en carne propia la necesidad de escuchar una Buena Noticia en medio de tanta pobreza, injusticia y desgracia; o en el deseo urgente de la libertad ante los vicios o situaciones de esclavitud que han empobrecido una vida; y ante la necesidad de mirar con claridad y esperanza cada día, solo desde y en estas situaciones, se puede acoger el tiempo de gracia que viene de parte de Dios. Se abre una esperanza para nosotros y se puede experimentan las palabras de Jesús: ¡Hoy se ha cumplido este pasaje de las Escrituras!

            Pero también es nuestra tarea. Nosotros somos el cuerpo de Cristo.

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            En varias ocasiones el Papa Francisco ha dicho a los jóvenes: ¡ustedes son el ahora de Dios! También nosotros como Iglesia estamos llamados a vivir este programa de Jesús porque somos su cuerpo e impulsados por el mismo Espíritu; una Buena Noticia para los demás, llamados a caminar en libertad sin oprimir al otro y siendo luz para los que no ven.

            Termino esta reflexión con el ejemplo de una Obispa de los Estados Unidos quien habló proféticamente ante el nuevo presidente de los Estados Unidos resaltando una característica de Dios: Misericordia. Ella dijo: “en el nombre de Dios le pido misericordia por los que sufren”. Sin duda ha seguido el programa de Jesús; no solo se ha preocupado por ellos sino que le hace frente a quienes causan el sufrimiento.

            Pidamos a Dios su gracia para acoger y vivir su palabra en este domingo de la Palabra de Dios; que seamos una palabra de Buena Noticia, libertad, luz y tiempo de gracia para los que sufren.

 
 
 

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