top of page
Buscar

II Domingo de Pascua

  • Foto del escritor: P. Manuel Hernández Rivera, MG
    P. Manuel Hernández Rivera, MG
  • 15 abr 2024
  • 4 Min. de lectura

Ciclo B

Homilía 7 de abril de 2024

Hch 4, 32-35; Sal 117; 1 Jn 5, 1-6; Jn 20, 19-31.


“Hemos visto al Señor”




ree

Estoy convencido de que la duda puede ser el paso para un conocimiento o experiencia más sólida en la vida personal. Ya el filósofo René Descartes (1596-1650) planteaba la duda como un método filosófico para conocer las causas últimas de la ciencia suprema al renunciar a todas las verdades y opiniones tenidas como tal en su tiempo. Esta duda es más radical pero también tiene sus limitantes.

Sin embargo, la duda que nosotros podemos experimentar en nuestra cotidianidad es la vacilación o indecisión entre algunos juicios o decisiones. En este sentido, la duda nos ayuda a discernir o solucionar problemas para llegar a conclusiones, pero en casos más prolongados puede ser paralizante.

¿Por qué iniciar esta reflexión con la duda? Porque el evangelio de este domingo contiene un versículo importante para nuestra meditación, Jesús le dice a Tomás: “no sigas dudando sino cree”. En este sentido, el evangelista nos muestra en Tomás un camino de fe que podemos recorrer a pesar de nuestras vacilaciones o dudas y que requiere valentía en el reconocimiento y enfrentamiento de éstas para evitar expresiones doctrinales vacías.

San Juan nos dice que al anochecer de la resurrección los discípulos estaban reunidos en puertas cerradas, tenían miedo. Ese miedo es disipado cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: “la paz esté con ustedes”; no solo experimentan la paz que solo Dios puede dar sino la alegría y el gozo de ver al Señor resucitado.

Con este hecho, se confirma lo que habían dicho María Magdalena y las demás mujeres, los discípulos que regresaban de Emaús y el hecho de haber visto la tumba vacía. Los discípulos entendieron y creyeron; ¡han visto al Señor!



ree

Sin embargo, Tomás no estaba y por más que la comunidad cristiana reunida le compartía tal anuncio, no creyó: “si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mis manos en su costado no creeré”; o como decimos popularmente “ver para creer”. A comparación de los discípulos que también creyeron hasta ver al Señor resucitado, el evangelista nos muestra a Tomás con más escepticismo que los demás.

De este modo, parece que no basta el anuncio de la comunidad hacia el discípulo, es decir, no es suficiente los contenidos de fe que la Iglesia nos comunica a los creyentes de hoy si no hay un encuentro personal con el Señor vivo y resucitado para madurar en nuestra fe. Tomás necesitaba también tener un encuentro personal con el resucitado. Por eso, ocho días después de la resurrección estaban reunidos como nosotros lo estamos en este segundo domingo de pascua.

En esa reunión se hace presente nuevamente Jesús y después del deseo de paz le dice a Tomás “Aquí están mis manos […] mi costado […] y no sigas dudando”. El Señor no le reprocha a Tomás, no le juzga severamente por su incredulidad; parece que Jesús no se escandaliza sino comprende la honestidad de su corazón, aún más se ofrece a satisfacer sus peticiones.

¿Le abra bastado ver para creer? ¿fue suficiente mirar las manos y el costado para hacer la profesión de fe más sólida de este evangelio? ¿qué movimiento interior le provocó la presencia de Jesús resucitado? ¿acaso descubrió en esas manos y costado la expresión de amor más grande que ha recibido?

Seguramente miró, entendió el amor de su entrega y fidelidad a Dios. Por esta razón, Jesús le invita a ir más allá y a profundizar en los signos de ese amor. Tomás experimenta la presencia, el amor y la confianza en Jesús al grado de declarar la hondura de su fe: “Señor mío y Dios mío”. Jesús no solo es el maestro sino es Dios mismo.

Hermanas y hermanos, la comunidad es la primera en anunciar el gozo de la pascua, da testimonio de lo que cree, ayuda a comprender los artículos de nuestra fe y pone el ambiente propicio para madurar en la fe, pero solo el encuentro con el Señor resucitado, la experiencia de su presencia amorosa y misericordiosa y nuestra respuesta confiada nos permite pasar de la duda a la fe profunda.

A veces dudamos porque no hay encuentro personal con el Señor para ofrecer nuestras dudas; porque no hay reflexión y profundización en el misterio que celebramos o simplemente no hay presencia del Señor en nuestra vida, solo enunciados de fe.

No obstante, el Señor elogia a los que creen sin haber visto, es decir, todos nosotros, la nueva comunidad de creyentes que no hemos visto al Jesús histórico predicar y realizar obras (prodigios o signos del Reino); nosotros que no hemos sido testigos de ver al mismo hombre que colgaron en el madero comer y reír con su cuerpo glorioso después de la resurrección.

Sin embargo, somos dichosos por encontrarnos con Jesús, el viviente, en la cotidianidad de nuestra vida, en la medida que nos experimentamos amados y redimidos, perdonados e impulsados por el Espíritu; cuando se hace presente en su Palabra y en los sacramentos. Ahí nuestra fe madura, crece; las dudas pasan a un segundo plano porque gana el amor y experimentamos su Misericordia, es decir, ese amor compasivo que sana nuestras heridas, comprende nuestras dudas y nos regala la salud integral (la salvación).


ree

Solo así, seremos una comunidad que da testimonio de la presencia del Señor pero que invita a cada uno al encuentro personal con Dios, encuentro que se traduce también en el servicio y entrega a la comunidad como la comunidad cristiana primitiva “tenía un solo corazón y una sola alma”; era una en un solo bautismo y en una sola mesa; todos comían del mismo Pan.

Finalmente, que hermoso legado llega a nosotros a través del evangelista san Juan; Muchos signos hizo Jesús pero “se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios vivo, y para que creyendo, tengan vida en su nombre”. Que este tiempo de pascua sea propio para madurar en nuestra fe, disipemos nuestras dudas y comuniquemos a los demás: ¡Hemos visto al Señor!

 

 
 
 

Comentarios


bottom of page