Su Pasión nos Consuela
- Rev. Juan M. Hernandez Rivera MG
- 13 abr
- 3 Min. de lectura
Lucas 19, 28-40, Isaίas 50, 4-7.
Salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24.
Filipenses 2, 6-11, Lucas 22, 14–23, 56.
Nuevamente queridos amigos, compartiendo con ustedes una pequeña homilía en este domingo de Ramos, o de la pasión del Señor. Hoy la iglesia universal celebra la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén y el misterio de su pasión también se nos recuerda en el evangelio. Hemos escuchado 4 lecturas el día de hoy, con la particularidad de que antes de la misa, es proclama el evangelio donde se nos narra la entrada triunfal de Jesús. Después durante la misa hemos escuchado al profeta Isaías, donde él nos narra, el sufrimiento de un hombre y como ese hombre no responde a los insultos, sino que ha puesto la mejilla a sus enemigos.
En un segundo momento escuchamos a San Pablo, que hoy nos comparte uno de los himnos cristológicos, donde en forma poética se nos narra la naturaleza de Jesús, desde ser Dios, hasta su encarnación como hombre, pasando por su pasión, muerte en la cruz y por ultimo su exaltación junto al padre. Y por último hemos escuchado el relato de la pasión, que en este año hemos escuchado la versión del Evangelio de San Lucas. No hay mucha que explicar acerca de este relato, como cada versión de la pasión, nos recuerda el momento que Jesús paso y que sin duda nos mueve emociones.
El día de hoy la liturgia nos marca el inicio del final de la vida terrenal de Jesús, suena extraño o raro, pero que es una forma para entender la misión que Jesús ha tenido en este mundo, que nos permite experimentar a cada uno de nosotros su acción salvadora. Y hoy quiero centrarme en una frase que nos dijo el profeta Isaías, “El señor me ha dado una lengua experta para confortar al abatido con palabras de aliento”. Esta simple frase podría definir las lecturas que escuchamos el día de hoy. Muchas veces tendemos a pensar que el sacrificio de Jesús fue un solo momento y que a nuestros días solo es un recordatorio y anécdota más, sin embargo, al leer su pasión, muerte, nos recuerda que no estamos solos
en nuestros padecimientos diarios.
Jesús fue victima de un sistema que no lo apreciaba, que lo quería hacer menos, fue traicionado por sus amigos, no tuvo un juicio justo, sufrió en un sistema de justicia que favoreció a hombres influyentes, sintió la desolación, la desesperanza, la soledad, la confusión, el dolor físico, mental. Sabiendo Jesús que él era bueno por naturaleza y solo paso haciendo el bien, pero para la gente no fue suficiente y deciden matarlo. También Jesús sufrió la cerrazón de corazón que tuvo la gente, la poca fe que ellos decidieron tener y la crueldad de la mentira y la falsedad. Sin duda alguna, Jesús experimentó todos los dolores humanos que nosotros también hemos padecido, ningún sentimiento de dolor le fue extraño, es por eso que la pasión de nuestro señor Jesús nos puede seguir diciendo mucho el día de hoy.
Muchas veces nosotros mismos hemos experimentado esta misma clase de sentimientos, sufrimientos, enfermedades, violencias e injusticias. Pensamos en donde se encuentra Jesús en estos momentos, pero olvidamos que el mismo los sufrió y sabe mejor que nadie entendernos. Su pasión sigue siendo para nosotros un consuelo, en esas situaciones de dificultad, en esas situaciones donde sentimos la desesperanza, el abandono, Jesús permanece con nosotros. Su muerte no fue en vano, no fue solo un hecho histórico de un hombre de Palestina, su acción salvadora nos reconforta, nos alivia y nos permite vivir esas situaciones con una mayor esperanza, con una confianza plena que Dios no nos abandona, a pesar de que en momentos nuestro dolor nos pregunte ¿Dónde se encuentra nuestro padre?
Jesús nos enseña en los últimos momentos a decir:” Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”, No lo dice como un mero hecho o una oración, es un suplica que sabe que será escuchada, que encontrará consuelo en Dios y que por tanto el será redimido. Hoy tal vez podamos poner el corazón en esa frase, que, a pesar de las dificultades, problemas, podamos vivir sabiendo que Jesús está en esas situaciones y que también nos invita a confiar plenamente en un padre, que no nos abandona. Hoy la pasión de nuestro Señor nos sigue dando palabras aliento, como el profeta nos lo dice. No la vivamos como un hecho más, sino como un verdadero acto de fe, amor, compasión y esperanza.
Les deseo un excelente domingo, una gran semana Santa, que nos pueda permitir crecer en fe, esperanza y amor, las virtudes teologales. Para que nuestra vida siga siendo consolada en los actos de Jesús. Les envió un saludo grande en Jesús, el misionero del Padre y Señor nuestro.
Amén!