III Domingo de Pascua

Ciclo B.

Homilía abril 14, 2024.

Hechos 3:13, 17-19; 1Juan 2:1-5a; Lucas 24:35-48.

¿Por qué surgen dudas en su corazón?

Estamos ya en la tercera semana de pascua, y la liturgia nos lleva a profundizar sobre la experiencia de la resurrección. Esto nos tiene que llevar a pensar un poco en nuestra experiencia de vida diaria, que es donde manifestamos a Dios. Y es que en la sociedad encontramos un que ofrece un sin numero de cosas o atracciones que nos mueven a adoptar un cierto estilo de vida. Cada persona va formando un horizonte de sentido, experimentando muchas cosas que a veces no llevan a la plenitud esperada. Especialmente, vemos una sociedad liquida y rápida, con ausencia de sentido fraterno, enraizada en el egoísmo y el bienestar económico.

Hoy continuamos escuchando en las lectura la experiencia del resucitado. Los apóstoles, después de la muerte de Jesús, viven un clima de sin sentido y confuso, donde todo su horizonte de sentido había sido desmoronado. Pero el Evangelio nos recuerda como, Jesús aparece en medio de la crisis y, dirige una especial saludo a sus amigos: "La paz esté con ustedes. [...] ¿Por qué os alarmáis?, ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? esas preguntar sugieren que el resucitado los ha encontrado y quiere traerle sentido a sus vidas.

En el Evangelio de hoy hay una profunda enseñanza de los apóstoles. Y es que el texto sugiere que la aparición de Jesús sucede cuando los discípulos están reunidos, cuando dos de ellos recuentan como Jesús se les presentó al partir el pan y, cuando compartían las escrituras. La reflexión de la comunidad lucana es que en medio de estas dos actividades de la incipiente comunidad, Jesús se les presenta. En otras palabras, la Eucaristía y lectura de las escrituras son dos fuentes importantísimas para la vida cristiana. Jesús resucitado se aparece en medio de estas prácticas de la primeras comunidades cristinas. Los sacramentos y la escritura siempre serán lugares de encuentro con el Señor, que dotan de sentido la vida.

Por si fuera poco, tan pronto como los discípulos palparon al resucitado su vida cambió. Cuando nuestra vida es dotada de sentido desde la divinidad, podremos ir a tocar a los otros, a encontrar a Dios en los más pobres y necesitados. Así como los discípulos pueden tocar a Jesús, así nosotros estamos llamados a tocarlo en los que más sufren. Jesús les dice a los primeros cristianos: "[...] se proclamará la conversión de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén." Nosotros corroboramos en la primera lectura como Pedro comienza a predicar a Jesús en Jerusalén. ¿Por dónde debería yo empezar mi predicación? ¿Mi Jerusalén dónde está? Recordar que la resurrección de Jesús no es una fecha histórica, sino que es una experiencia vital. El sentido de amor y de vida que recibimos de Cristo hay que llevarlos a los demás.

Finalmente, la segunda lectura nos lleva a confrontar nuestro estilo de vida cuando hemos creído haber encontrado al resucitado. Muchas veces creemos que hemos experimentado al Señor y que nuestra experiencia cristiana se ha reducido a un evento en nuestras vidas nada más. Pero la verdad es que la vida cristiana hay que cuidarla y evaluarla continuamente. "Quien dice: yo lo conozco, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él". Hermanos vayamos Jerusalén, a iniciar la misión que Dios nos tiene encomendada.