V domingo de Pascua
- Héctor Javier Tornel

- 28 abr 2024
- 3 Min. de lectura
Ciclo B.
Homilía 28 de abril de 2024.
Hechos 9:26-31/1 Juan 3: 18-24/ Juan 15:1-8
“Permaneced en mí como yo permanezco en vosotros”
¿Que es comunicación? Comunicamos muchas cosas en nuestra vida diaria, como pensamientos, sentimientos y problemas. Podemos transmitir información valiosa como amor, o podemos transmitir odio o desunión. El diccionario define la comunicación como la transferencia procesable de información de una persona, grupo, o lugar a otro, mediante la escritura, el habla o el uso de un medio que proporcione un medio de comprensión. Sin embargo, la comunicación implica conexión, esto significa que cuando nos comunicamos, conectamos con nuestro receptor. Nuestros receptores pueden ser nuestra familia, amigos o vecinos, estamos conectados la mayor parte del tiempo.

Pero, irónicamente, también estamos más desconectados unos de otros que en cualquier otro momento de la historia. Las redes sociales nos brindaron una comunicación rápida, pero nuestras redes sociales como Facebook, Instagram o TikTok dificultan la conexión. Aparentemente nos estamos conectando con el mundo entero, pero no es una verdadera conexión personal, porque nos olvidamos de nuestra conexión vital. Nuestra vida diaria es como una vida virtual, nuestra comunicación no se mantiene, porque depende de un teléfono celular o de una computadora. Estamos en línea con miles de contactos sociales, pero desconectados con Jesús, la Vid verdadera y no podemos dar frutos.
Hoy en el Evangelio, Jesús se presentó como la Vid verdadera, dijo: “Yo soy la Vid verdadera, mi padre es el viñador. […] vosotros sois las ramas”. Jesús quiere ayudarnos a comprender la importancia de la conexión con él. La rama cortada de su vid muere, no puede vivir por sí sola; mucho menos puede producir frutos por sí sola. Quizás, constantemente nos preguntamos por qué sucede esto, por qué ocasionalmente nos sentimos secos; todos tenemos áreas de nuestra existencia infértiles. Debemos pedirle al señor que corte nuestras áreas secas, y nos permita abrirnos a nuevos impulsos en nuestra existencia.
Por eso, debemos preguntarnos sobre nuestra conexión con Dios, Jesús nos invita hoy atráves de su prédica: “Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros”. La clave del mensaje de este domingo está en la conexión con el resucitado “Así como el pámpano no puede dar fruto por sí solo si no permanece en la vid”. Permanecer con Jesús es nuestro proyecto de vida como cristianos, sólo así podremos encontrar el mejor propósito de vivir. Pero esto debe ser activo, significa que debemos permanecer en comunicación activa y recíprocamente con el Señor. Necesitamos ser renovados; si permanecemos con Jesús y viceversa podremos dar frutos constantemente en este mundo. Podemos mostrar a Jesús y dejar sentido a los demás, pero es posible solo si permanecemos con él.

Por lo tanto, necesitamos una buena conexión con Dios y con los demás porque vivimos juntos en el mismo mundo. Nuestras vidas siempre están entretejidas con otras vidas, luego todos los sarmientos están abajo a la misma vid, lo que significa que debemos estar conectados. Quizás seamos personas que solemos venir a misa, rezar el rosario o alguna oración, puede que estemos abiertos a una conexión con Dios, que la busquemos; sin embargo, nuestra conexión es eficiente cuando no se detiene y va a los otros. Además, la conexión es renovada por Dios a través de nosotros porque el Señor nos dice hoy: “ Sin mí, nada podéis hacer”.
La segunda lectura sugiere la misma enseñanza de Jesús, esta es importante porque estamos hablando de la misma tradición. En otras palabras, en la comunidad donde el apóstol Juan había predicado, adoptaron esta enseñanza acerca de la permanencia. Tenemos un resumen en la segunda lectura sobre la experiencia de fe en la comunidad de Juan. Seguramente la comunidad tuvo problemas y dificultades porque eran una comunidad humana, pero cada día eligieron seguir al Señor. Tenían un mandamiento de Dios: “Creemos en el nombre de su hijo Jesucristo, […] Los que guardan sus mandamientos permanecen en él, y él en ellos […]”.
Hermanos y hermanas, unámonos al Señor como el apóstol Pablo, tal como lo escuchamos en la primera lectura. La comunidad no creía en él, en su conversión, pero lograron una buena conexión como comunidad. En definitiva, es la comunidad la que avanza para transformar el mundo llevando a Jesús a cada persona. Establezcamos la mejor conexión entre Dios y el pueblo, "La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo."






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