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XIX Domingo del Tiempo Ordinario

  • Foto del escritor: Michelle Orellana, SSpS.
    Michelle Orellana, SSpS.
  • 17 oct 2024
  • 3 Min. de lectura

20 de Octubre  

Ciclo B


"Mi siervo justificará a muchos"


En este vigésimo noveno domingo del tiempo ordinario, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre los profundos temas del sufrimiento, el servicio y el discipulado. El profeta Isaías nos presenta al “Siervo Sufriente”, cuyo dolor trae salvación a muchos. En la Carta a los Hebreos, se nos recuerda a Jesús como nuestro sumo sacerdote compasivo, que comprende nuestras luchas. Finalmente, en el Evangelio de Marcos, Jesús enseña a sus discípulos que la verdadera grandeza está en servir a los demás, no en buscar poder o privilegios.

 

La primera lectura del profeta Isaías (Is 53,10-11) es parte del segundo Isaías (Is 45-55), escrito durante el periodo final del exilio babilónico. Isaías 53 es parte del cuarto y último “Canto del Siervo” en el Deutero-Isaías, que describe a una figura misteriosa llamada el “Siervo Sufriente” (vv. 10-11). Tres ideas clave destacan:

 

1. El sufrimiento como parte de la voluntad de Dios: “Fue voluntad del Señor triturarlo con el sufrimiento” (Is 53,10). Este sufrimiento no es al azar, sino un acto intencionado que produce algo mayor: la salvación de muchos. Si bien no podemos decir que todo sufrimiento en el mundo es voluntad de Dios, debemos comprender estas “palabras literales” en su contexto, refiriéndose al “Siervo Sufriente”.

 

2. Justificación a través del sufrimiento: El siervo “hará justos a muchos” (Is 53,11). Su sufrimiento es redentor, ya que carga con los pecados de otros, trayendo justicia a aquellos por quienes sufre.

 

3. Vindicación y exaltación: Aunque el siervo sufre, finalmente es vindicado y exaltado. “Verá a su descendencia, prolongará sus días” (Is 53,10) sugiere que después del sufrimiento viene la vida, la restauración y el favor divino.

 

Podemos preguntarnos: ¿Qué me está diciendo Dios a través de los sufrimientos en mi vida? ¿Cómo estoy enfrentando estos desafíos? Esta lectura nos invita a reflexionar sobre el sacrificio de Jesús y los sufrimientos que soportó por nosotros, y cómo respondemos a ello.


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Las palabras del Salmo Responsorial (Sal 33,4-5, 18-19, 20, 22) dicen: “Señor, que tu misericordia esté sobre nosotros, como lo esperamos de ti”, porque Su palabra es fiel y Su mirada está sobre quienes le temen y confían en Su bondad.

 

En la segunda lectura, de la Carta a los Hebreos (Heb 4,14-16), se nos exhorta a mantener firme nuestra confesión de fe y acercarnos con confianza a Jesús, nuestro gran sumo sacerdote. Él puede compadecerse de nuestras debilidades porque “fue probado en todo, como nosotros, pero sin pecado”. Al acercarnos a Su trono de gracia, recibiremos misericordia y encontraremos gracia para el auxilio oportuno.

 

El tema clave del Evangelio de este domingo, según San Marcos (Mc 10,35-45), es el SERVICIO, una característica esencial del discipulado. Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, imaginaban un tipo diferente de gloria y reino. Estaban pensando en poder y privilegio terrenal, aparentemente sin sacrificio ni sufrimiento. Cuando le piden a Jesús los primeros lugares a su lado, Él responde: “No saben lo que están pidiendo”. Además, que esos lugares están reservados para quienes han sido preparados.

 

Jesús deja en claro que buscar posiciones de poder o privilegios terrenales no es el camino de sus discípulos: “[…] no será así entre ustedes”: “El que quiera ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será el esclavo de todos”. En resumen, “Jesús exhorta a todos a un servicio como el suyo, consistente en dar la vida”[1], “porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por muchos”. Esta idea de SERVICIO en el Evangelio se conecta con la imagen del SIERVO SUFRIENTE en la primera lectura. La imagen del siervo sufriente refleja la consecuencia de “beber la misma copa” que Jesús. Su pregunta, “¿Pueden beber la copa que yo voy a beber?”, significa que, aunque podamos recibir muchas bendiciones en la vida, también enfrentaremos sufrimientos al esforzarnos por seguir el camino correcto.

 

Esta semana, estamos invitados a reflexionar sobre lo que significa ser discípulo de Jesús. ¿Cuánto damos de nosotros mismos en el servicio—en nuestras familias, iglesias, comunidades, escuelas y trabajos? ¿Cuáles son nuestras intenciones? ¿Servimos por reconocimiento, por ganancia personal, o por amor genuino y dedicación a los demás?


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[1] AGUIRRE MONASTERIO R. - RODRÍGUEZ CARMONA A., Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Verbo Divino, Estella (Navarra) 1992, 117.

 
 
 

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